Ni cerca la ventura ni la ventura és que defuig

Cartagena, Colombia. A boat on the fourth stage of the New Moon regatta. Fotografia: Joaquin Sarmiento.


La vela
Blanqueja, sola, aquella vela,
boirina endins del blau del mar.
Què cerca en tan llunyana terra?
Què deixa al seu indret pairal?
L’oratge xiula, l’ona juga,
es vincla l’arbre mestre i cruix.
Mes ai!, ni cerca la ventura
ni la ventura és que defuig.
Per sota hi llisca el blau de l’aigua,
al cim s’hi vessa l’or solar:
i ella, rebel, demana el tràngol,
com si en el grop veiés la pau.
1832
Mikhaïl I. Lérmontov (1814-1841). A: Poesia russa. Antologia. A cura d’Elena Vidal i Miquel Desclot. Barcelona: Ed. 62, 1983, p. 134. (MOLU, 28)

Sorrow

Michael Rougier (1925-2012), Kako, languid from sleeping pills, is lost in a world of her own in a jazz club in Tokyo (1964). Time & Life Pictures Getty Images.


«—I ara, no et volia fer entristir —va dir en Lang. Va fer un somriure amable—. És la meva tristesa, no la teva.»
David Foster Wallace (1962-2008), L’escombra del sistema (The Broom of the System, 1987). Traducció de Ferran Ràfols Gesa. Barcelona: Edicions del Periscopi, 2013, p. 533.




A distinguir me paro las voces de los ecos

Colonna Romano (1888-1981).



Retrato
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
mas recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he                                                                                    [escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
Antonio Machado (1875-1939), «Retrato», Campos de Castilla (1907-1917).